Canto de Armónicos. Una perspectiva terapéutica occidental

El canto de armónico es una técnica antigua que capacita a un cantante para producir dos o más sonidos simultáneamente con su voz. Aunque los orígenes de esta técnica están en parte velados en el misterio, las investigaciones recientes han revelado gran cantidad de información con respecto a los usos actuales de la técnica y cierta información con respecto a sus orígenes en diferentes partes del mundo.

El canto de armónicos como técnica y forma artística musical cultural o espiritual, se desarrolló en Mongolia, Sur de Siberia y Asia central, en Tíbet, y en Sudáfrica. También se utilizó en menor grado en Cerdeña, la única forma antigua de canto de armónicos europea que todavía se practica. Existen muchas teorías sobre si el canto de armónicos tuvo alguna vez un uso ritual y espiritual en ceremonias cabalísticas, en logias masónicas, en escuelas de misterio y en prácticas sufis. Ciertas teorías llegan incluso a decir que fue utilizado hace mucho tiempo por las civilizaciones de la Atlántida, el antiguo Egipto y los mayas de Centroamérica. Desgraciadamente existe escasa información en este sentido.

Los armónicos fueron descubiertos primero en Occidente por Pitágoras hace unos 2.600 años. El famoso filósofo y matemático griego era también un maestro de la música, y junto con sus estudiantes pasó años estudiando el sonido y la vibración. Encontró, después de estudiar el monocordio, instrumento de una sola cuerda, que todos los sonidos estaban compuestos de vibraciones o frecuencias múltiples, no sólo de una, como nuestros oídos generalmente perciben.

Casi del mismo modo en que la luz blanca está compuesta de un amplio espectro de colores, que se vuelve visible cuando la luz es refractada por un prisma, el sonido también puede ser refractado de modo que sus partes constituyentes puedan percibirse. Al igual que el arco iris está compuesto de los colores que el ojo humano ve como luz blanca, los armónicos son los colores del sonido. Estos armónicos, que normalmente pasan inadvertidos, son, en realidad, de vital importancia para todos los seres humanos, y permiten que diferenciemos entre un sonido y otro. Es la riqueza de los armónicos en ciertas partes del espectro infinito del sonido lo que nos ayuda a establecer la diferencia entre un instrumento musical y otro, aún cuando ambos ejecuten la misma nota musical.

Nuestro cerebro puede decir inmediatamente si cierta nota se halla interpretada por una flauta, por una guitarra o por un piano. Si se filtran los armónicos, nos volvemos incapaces de distinguir entre estos instrumentos.

La voz humana es el más rico instrumento musical en los armónicos, debido a nuestra capacidad para hacer el más minúsculo de los ajustes posible, afinando así la voz más allá de la capacidad de la mayoría de los instrumentos musicales.

La mayor parte de los estudiantes de música y de los músicos aprenden la teoría de los armónicos, y algunos son incluso capaces de producir armónicos con sus instrumentos. La guitarra producirá armónicos cuando se rasgan sus cuerdas mientras que el dedo de la otra mano regula las cuerdas a lo largo de uno de los trastes. Una flauta, un saxofón u otro instrumento de viento a menudo pueden producir un armónico cuando se sobre-sopla, es decir, cuando se aplica demasiada presión de aire, el sonido saltará un a una octava más alta completa, o más. El bajo es tal vez el más conocido productor de armónicos en la música moderna amplificada. Jaco Pastorius, que tocaba el bajo en el grupo de jazz vanguardista Wheather Report, interpretaba todas las melodías usando sólo las armonías más altas de los tonos de su bajo, como en la canción “Portrait of Tracy”.

Son los armónicos de la voz humana, sin embargo, los más interesantes, mágicos y místicos para escuchar. El cantante produce un sencillo y potente zumbido, y entonces, a través de diversas técnicas, convierte toda la parte superior de su cuerpo en una caja de resonancia vibrante. Al utilizar el cráneo, los conductos nasales, la faringe, el pecho, el abdomen, y el diafragma, así como todas las partes de la boca: lengua, labios, paladar, velo del paladar, glotis y epiglotis, mejillas y mandíbula, el cantante comienza a canalizar el sonido de forma diferente a como lo hace un cantante según las técnicas “normales” de canto.

El sonido que sigue debe oírse para creerse, de hecho, mucha gente no cree al principio lo que están oyendo: un sonido claro, bello y aflautado que aparece sobre la voz del cantante. Un cantante de armónicos instruido es capaz de cantar de arriba abajo la Escala Armónica, alcanzando, en el caso de un cantante con una voz profunda, hasta el armónico 16 o incluso más alto. Estos armónicos siguen una secuencia aritmética fija, y siempre se conforman con el mismo principio. Si el cantante canta una nota con la frecuencia de 100Hz (ciclos por segundo), el primer armónico vibrará a 200Hz, el segundo a 300Hz, el tercero a 400Hz, etc. Esto es lo que Pitágoras halló al dividir la cuerda de su monocordio en partes iguales. La escala armónica dentro de cada nota musical es infinita, aunque nosotros sólo podemos oír y producir de forma audible las primeras 5 octavas más o menos, y esto sólo en el caso de un cantante de armónicos experto.

Aunque los armónicos se pueden aislar y amplificar de uno en uno por un buen cantante de armónicos, es importante darse cuenta de que todos y cada uno de nosotros tenemos estos mismos armónicos en nuestras propias voces todo el tiempo, sólo que están ocultos, como el arco iris tiene dentro la luz blanca.

Una vez que uno ha aprendido a seguir los de movimientos de boca, y produce un buen zumbido fuerte, el resto es realmente bastante fácil. La mayoría puede aprender a cantar algunos armónicos en sólo unas cuantas horas, pero es necesario practicar un poco para poder escuchar los armónicos de uno mismo, y después, lentamente, aumentar su volumen.

Una vez que uno ha dominado la escala y es capaz de cantar de arriba abajo la serie de armónicos, el siguiente paso es ser capaz de seleccionar tu armónico predilecto, de modo que se pueda componer o improvisar una melodía. La mayoría puede hacer esto en unos cuantos meses desde que aprende la técnica, aunque he enseñado a mucha gente que ha sido capaz de improvisar en sólo unas cuantas semanas. Puede ser tan fácil e inconsciente como silbar. Los resultados dependen de cuánto se practique.

Una vez que uno sea capaz de cantar claramente la escala e improvisar (casi del mismo modo en que mucha gente silba canciones improvisadas, compuestas según les van saliendo), el siguiente nivel de cantar armónicos, practicado principalmente en Occidente, supone cambiar el tono fundamental de la voz, más que sostener un solo zumbido.

Un cantante es entonces capaz de crear una línea melódica con la voz, y una segunda melodía aflautada sobre la voz, en esencia un auto-acompañamiento. Los ragas hindúes y los cantos gregorianos son formas musicales que se prestan fácilmente a este estilo de cantar armónicos. Mientras que esto se admira como una realización lograda por unas pocas personas, puede servir también para perder el efecto profundamente meditativo y espiritual de la música. Cambiar el tono fundamental y el armónico es, por su propia naturaleza, un ejercicio más mental e intelectual, que requiere una concentración intensa, y la música resultante puede vestirse de su poderoso y habitual efecto de inducir al trance. Es también extremadamente difícil cantar desde el corazón cuando todo tiene que pasar primero a través del intelecto.

Uno de los aspectos más curativos, meditativos y espirituales del canto de armónicos es el zumbido fundamental: la invariable nota base o nota raíz desde la que arrancan los armónicos. Un zumbido inalterable es la base de la mayoría de la música hindú, y ciertos instrumentos se han diseñado en la India y se han utilizado durante milenios con este fin, tal como el armonio simple o caja shruti y el Tampura. Un zumbido fundamental es también la base para el canto de armónicos mongol (llamado khöömii) y muchas otras formas del canto de armónicos. Otros instrumentos de zumbido ricos en armónicos son el didgeridoo de los aborígenes australianos, la lira de boca (la lira del judío o guimbarda) y el armónico arco de boca (conocido como berimbao en Sudamérica, y como uhadi o umrubhe en África meridional, donde se originó).

Es importante para nosotros darse cuenta de que, mientras que los armónicos representan las divisiones naturales de una nota musical, los occidentales hemos adoptado en una época más reciente un sistema musical que es antinatural. Nosotros hemos escogido dividir la octava (de “oct” que significa ocho) en doce semitonos. Así es como está diseñado el piano, la base de toda la música occidental. Johann Sebastian Bach, en el año 1691 eligió utilizar este sistema, que fue adoptado rápidamente como el sistema estándar en Occidente.

Los instrumentos antiguos mencionados tienen sobre todo una cosa en común: cuando se tocan, producen las notas de la escala natural de armónicos. El piano, y los instrumentos occidentales más modernos producen una escala que, aunque matemáticamente es comprensible, no se adapta precisamente a las leyes naturales de los armónicos. Esta afinación se llama “temperamento”. Esto nos ha permitido crear música clásica para orquestas enormes, y música de una complejidad cada vez mayor, mientras que al mismo tiempo nos ha impedido resonar en armonía con la bella simplicidad de la creación y la escala natural de armónicos. Esta es una de las razones por las que nos sentimos musicalmente “perdidos” y buscando siempre algo que no podemos definir.

Aunque la música occidental ha dedicado cientos de años a desarrollar la melodía, la armonía, el ritmo, el tono y otros aspectos de la estructura musical, la única cosa que se ha descuidado es el “color” o armónico del sonido. Una forma musical que utiliza principalmente el color o timbre del sonido, suena extraño para nosotros, y requiere una reeducación de nuestro oído y de nuestra capacidad de apreciación musical. Lo extraño es que nuestro cerebro en realidad está respondiendo a armónicos todo el tiempo, y se afina de muchas maneras a las relaciones de la escala de armónicos. Simplemente hemos olvidado en un nivel consciente lo que sabemos en un nivel subliminal, subconsciente. La mayoría, al oír armónicos por primera vez, experimenta un sentimiento extraño de la familiaridad, como si hubieran oído estos sonidos anteriormente.

Se ha descubierto que el canto de armónicos tiene muchas aplicaciones terapéuticas. Tal vez la más obvia de éstas es la hipnosis, un efecto parecido al trance que tienen ambos, el oyente y el ejecutante. Este efecto, esencialmente una forma de meditación profunda, alivia el estrés, equilibra y limpia los chakras (los centros de energía del cuerpo), y crea un sentimiento de ligereza y bienestar. El sonido de los armónicos ayuda a equilibrar los dos hemisferios del cerebro, pues implica tanto a la parte lógica, resonando en el cerebro izquierdo, debido a las proporciones matemáticamente precisas de la escala de armónicos, como al cerebro derecho creativo e intuitivo a través de la expresión musical posible, una vez que uno se convierte en lo suficientemente diestro en la técnica. Esto puede ser responsable en parte de su atractivo para un porcentaje más grande de hombres que de mujeres. Las mujeres tienen por lo general mejor equilibrados, neurológica y conceptualmente, sus hemisferios cerebrales que los hombres.

Las relaciones armónicas halladas en la escala de armónicos se encuentran, no de modo sorprendente, en toda la Naturaleza, y reflejan la estructura natural de toda la vida en la Tierra. Los seres humanos no somos ninguna excepción. Otro famoso filósofo y matemático griego, Platón, descubrió que todas las cosas en este planeta están compuestas por cinco ladrillos básicos. Estas formas, llamadas Sólidos Platónicos, se pueden encontrar en el nivel molecular de todos los objetos animados e inanimados. Esto es lógico, si uno cree en un Creador, ya que los mismos principios de la creación pueden aplicarse para TODA la creación, y somos una parte integral de ello. Al escuchar, o crear armónicos, comenzamos a resonar en armonía con estas vibraciones primordiales de que estamos hechos y que reflejan nuestra propia estructura atómica, molecular y celular.

La mayoría de los seres humanos se sienten como si estuvieran vibrando fuera de la armonía con su entorno, sus prójimos, y lo más importante, fuera de la armonía con cierto aspecto vital de ellos mismos. Cuando nos sentimos fuera de la armonía, muy a menudo sufrimos enfermedades y malestar, que en términos de la Terapia del Sonido puede ser un estado de “disonancia”. Esto ocurre cuando algunas partes de un organismo están vibrando en una frecuencia diferente o inarmónica del resto, una frecuencia que no está “a tono” con el conjunto. Uno puede comparar esto con un instrumento en una orquesta que está desafinado. Incluso si 99 de 100 instrumentos están afinados, un instrumento mal afinado afecta al conjunto del sonido. Existen muchas razones por las que los seres humanos experimentan esta discordancia y una de ellas es la “templadura” de la escala musical. Después de todo, música y sonido son una parte esencial de la vida humana, y así ha sido desde tiempos prehistóricos. Es sólo en los últimos 350 años de este período de 50.000 años que la escala musical ha sido “temperada” (es decir, ajustada de modo que todas las notas musicales estén a la misma distancia, incluso las creadas sintéticamente, algo que no sucede en la Naturaleza).

Otros motivos de malestar, para los que la Terapia del Sonido puede ayudar son:

Los increíblemente altos niveles de decibelios a los que estamos expuestos en el mundo moderno, particularmente en las ciudades;

Los sistemas de creencia negativos con que somos programados por nuestros maestros, gobernantes, organizaciones religiosas, propaganda comercial, compañías farmacéuticas y el sistema médico y educativo en su conjunto;

Los sistemas de creencia negativos originados con nuestros padres, familia y amigos;

Gran consumo de alimentos tóxicos, productos químicos y una falta de nutrición adecuada.

Estas son sólo algunas de las razones por las que podríamos vibrar “desafinados” y experimentar así la mala salud o enfermedad a nivel físico, mental, emocional o espiritual.

El canto de armónicos, cuando se practica con intención, puede servir como una herramienta muy poderosa para una “remodelación” vibracional; en otros términos, un modo de reprogramar nuestros cuerpos físico, mental y emocional con un modelo más armonioso, natural y “afinado”.

La belleza de esta técnica milagrosa es que evita la mente intelectual y va derecha hacia el propio ser esencial sin analizarla antes. (Yo uso el término milagroso del mismo modo que en el libro «Un curso de Milagros”, es decir, si no experimentas milagros diariamente en tu vida, entonces ¡algo no funciona!). El análisis es un mecanismo de defensa humano antiguo que nos ayuda a tomar decisiones basadas en la experiencia, con el propósito de sobrevivir. Pero, ¿qué sucede cuando nuestra experiencia, y la información con que hemos sido programados está basada en informaciones erróneas? ¿Cómo podemos decir lo que es válido para nosotros o no?

Al concienciarse del canto de armónicos, uno comienza un viaje en las Voces de la Voz y del Sonido dentro del Sonido.

Cuando oigas o practiques el canto de armónicos sabrás si es bueno para ti o no. Lo sabrás a un nivel mucho más profundo que la deducción analítica. Lo sentirás resonar profundamente dentro de ti, donde residen otras cualidades humanas primordiales como la intuición, el instinto, el amor incondicional, la compasión y la alegría.

Vibrarás en armonía con la Creación y te sentirás uno con ella. Volverás a casa, sano y salvo.